Alex Santiago.
En el mejor de los sentidos, Comitán tendría una clase de vicepresidente harto movido.
Aclarando paradas sobre la ‘nueva’ figura que aparece en el organigrama del Ayuntamiento entrante, es importante dejar muy por sentado de qué se trata, qué es, qué hace y hacia dónde va.
Primero hay que decir que de nueva tiene muy poco, el tema es que en Comitán no se había establecido esa figura, pero Ayuntamientos como el de Tuxtla y en otros estados, sí que existe.
El director de gobierno en el nuevo Ayuntamiento será algo así como un vicepresidente que permitirá hacer a Mario Antonio Guillén Domínguez, lo que mejor le sale: caminar por las comunidades, escuchar a la gente y buscarle solución.
Sobre todo porque tendrá en la figura de Andrés del Castillo a un operador que le cuidará la ‘casa’ mientras el presidente camina.
En pocas palabras, el director de gobierno será el encargado de supervisar y checar que el engranaje de todas las direcciones del Ayuntamiento funcionen y operen adecuadamente.
Estará pues bajo su cargo que si una dirección comienza a flaquear, venga el trabajo en equipo, la observación y el acompañamiento para que ésta funcione como debe ser.
Aprovechando como puede su formación académica, así como profesional, el compa Andrés deberá aplicar harto análisis FODA en el Ayuntamiento para que se corresponda constantemente a la confianza brindada por la gente en el proyecto del Sr. Fox.
Y créame que es obvio que el vaquero cositía confía plenamente en Andrés, porque ahora sí desgastará harta bota para caminar hasta por la última casa de Comitán.
Pero que no se malentienda, no es que se desentienda de lo que sucede en la presidencia, lo que pasa es que ahora ahí habrá una figura en el organigrama que para eso llegó, para apoyarle e incluso cuidarle la espalda si es que así lo requiere.
Antes digamos que las decisiones podían pasar por el presidente, el Oficial Mayor y el Tesorero (sin demeritar el trabajo de los demás), pero ahora estará ahí, con ellos, el director de gobierno.
No es la primera vez que Andrés incursiona en la política, pues se ha sabido de su trabajo con otros frentes.
De hecho, hace esa chamba que no recibe aplausos ni reflectores pero que se nota y es palpable.
Así que, no se confundan, no será solo alguien a quien mandarán a resolver un conflicto en la Central de Abasto o medio apapachar a un líder de organización.
No, el trabajo encomendado al nuevo director de gobierno va muchísimo más allá y con más altura de miras.
De hecho, si todo sale como está escrito en el guion, por primera vez un presidente tendría ese respaldo necesario (además de los regidores y síndico por supuesto) para manejar mejor una administración municipal.
Pero sobre todo, para opinar sobre lo que le funcionaría mejor a Comitán y cómo se distribuiría mejor el trabajo de todos.
Supervisar las direcciones del Ayuntamiento, generar que el presidente pueda moverse por fuera de la presidencia para mayor cercanía con la ciudadanía y, de vez en cuando, cuidar la espalda, las funciones de la figura que en otros Ayuntamientos ya existe… y funciona.
4T MUNICIPAL, POR QUÉ FALLÓ
Se dice adiós a una administración que pasó por más pena que gloria.
Y es momento de tratar de comprender por qué algo que tenía la pinta de ser muy productivo, falló de sobremanera.
Porque Emmanuel Cordero fue, sin duda alguna, un presidente que se quedó como la esperanza, pero sólo eso: una falsa esperanza.
Y para entender mejor por qué una presidencia con muchas ventajas falló, se debería comprender mejor los puntos que la hicieron no levantar nunca en los tres años.
Fue una administración que tropezó muchísimo por tres temas importantes:
1.- La paranoia política que nunca se pudieron quitar, el estar pensando todo el tiempo que afuera había gente “ardida” (como muchos de ellos mencionaban) fue parte de su fracaso.
2.- La cantidad increíble de personas alrededor que querían el poder y dejaron al mismo presidente como una figura que no representaba autoridad y sí alguien manipulable (al punto de crear una mesa de poder donde aparecía hasta el papá).
3.- Y, por último la soberbia al creer que ganaron por sí mismos y no por el efecto AMLO; el haber tenido claro ese punto desde un principio, hubiese provocado que cuidaran un poco más su posición y entonces arreglar sobre la marcha los errores cometidos.
Fue pues, sobre todo, un Ayuntamiento con vacío de poder, con ausencia, con silencios cuando se necesitaba que saliera al frente la figura presidencial para brindar algo de tranquilidad a la población.
Un presidente que no estaba, del que se sabía que existía pero difícilmente se le encontraba y cuando así sucedía, estaba rodeado por tantas personas que era prácticamente imposible dirigirle unas palabras.
Un alcalde al que se le buscó para aclarar algunos puntos y evitar así los rumores, pero no, optó por evitar a la prensa, provocando que las versiones oficiales quedaran como ello.
Tiempo después, su propia gente salía a pelearse con medio mundo en redes sociales solo generando más encono hacia la gente del mismo ejecutivo municipal.
Si hablamos de obras, queda muchísimo a deber porque se realizaron algunas pero ninguna de impacto trascendental.
E incluso algunas que se realizaron al poco tiempo se deterioraron, provocando la sospecha y la polémica por la calidad de las mismas.
Ya no se diga el tema de la deuda con CFE que aumentó, la inseguridad aumentó, cuando se dieron varios casos lamentables de feminicidio, no hubo ningún pronunciamiento oficial ni mucho menos acciones palpables para prevenirla.
De hecho, varias calles de Comitán se mantienen a oscuras, por la deuda con la misma paraestatal.
Lamentablemente pues fue una presidencia que dejó muchas ilusiones perdidas y esperanzas en el suelo; fue una experiencia que sólo queda para el curriculum de Emmanuel Cordero, pero para el olvido de Comitán.
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