BAJONEA LA INSENSIBILIDAD

Tras varios años de dedicarse al arte, aun después de todas las trabas y puertas cerradas, aparecen Ellos diciendo que esta vez será diferente; que esta vez, sí contamos con su apoyo; que esta vez, las dos partes trabajarán en conjunto; luego, ellos, se levantarán el cuello, dirán que están haciendo algo cuando no hacen NADA. Después de tanto… siguen siendo lo mismo.
Y surge el enojo, la impotencia, la limitación, la tristeza, porque no haces más que compartir tu arte, ayudar a otros a proyectarse, a ser escuchados. ¿Por qué el trato tan diferente cuando los artistas vienen de fuera? ¡¿Por qué no tratar a los locales igual?!
“La neta si me bajonea, pero pues ya… ya sabemos cómo es.” -dijo, mientras se acomodaba la guitarra en el hombro.- Lo conozco desde hace tiempo y nunca lo escuché decir eso. Es un músico reconocido, de trayectoria, ha pisado montones de escenarios y todavía tiene que seguir pasando por lo mismo; pero, por supuesto, bajonea que sigan haciendo lo mismo con los artistas, bajonea sentir que regalas tu esfuerzo, bajonea que nunca haya pago ni un vasito con agua.
Cada experiencia, cada uno de los malos tratos que reciben los artistas por parte de autoridades equis. Suman a todas esas ganas que nos quedan de seguir creando, de abrir nuevos espacios, nos motiva a seguir intentándolo.
Así la historia de una voz entre muchas que no se llegan a escuchar. Las autoridades creen que la creación artística es hacer bulla, es parafernalia sin sentido, de etapas con tintes de protagonismo; sin embargo, no se dan cuenta del tiempo que se invierte, la descarga monetaria para adquirir material para desarrollar de mejor manera el trabajo creativo, el esfuerzo de hacer y rehacer.
La gente, por igual, cree, supone que escribir, pintar, tocar un instrumento, actuar y más habilidades, surgen por acto de magia, mas no es así, es práctica, ensayo y error. Cada artista hará lo posible para mejorar no con el propósito del aplauso fácil, sino de expresar su personalidad, carácter, su vida, dentro, fuera, arriba y abajo de un escenario, pues al ser reconocidos por su labor; mismo que, como todo trabajo, debería ser remunerado, ya que no sólo del aplauso come el artista.
El hecho de presentarse en un sitio ya sea público o privado corresponde a una inversión no sólo económica (misma que se recupera de una u otra forma), no obstante el tiempo, eso jamás vuelve. Las instituciones o empresarios, deberían de notar el esfuerzo de cada artista para poder expresar su creatividad. No hay diferencia entre un talachero, un pintor o escritor, son oficios que se enfocan hacer un trabajo por el bien común: uno tiene resultados tangibles e inmediatos, los otros son efímeros.
Sin embargo los resultados que, con el andar del tiempo, se acrecientan con la realización de pinturas, textos, grabaciones, obras, pero no son a corto y mediano, son de largo plazo. La distinción es que hay más talleres mecánicos que foros para la creación, desarrollo y muestra de obra.
Bajonea la insensibilidad, vendrán administraciones y la situación es posible que cambie (hay esperanza que sea así), los recursos se irán a otras asuntos importantes, y aun así, con el poco “apoyo” el desarrollo cultural y artístico se topará con pared, no hay interés o se mira con desprecio, “no deja nada la cultura”, y es todo lo contrario, no sólo es entretener, es demostrar que la capacidad del ser humano es crear. Bajonea que a los artistas locales nos traten como objetos de segunda.