NO ME DA VERGÜENZA PEDIR

Crónica por: Toño Aguilar.

Con una mochila en la espalda y una bolsa de tela cargando de un hombro, Eliseo camina una de las calles de Comitán, en una de sus manos lleva una botella de plástico de Coca Cola en busca de agua. “Pensé que encontraría agua para tomar pero no hay”, arremete al tiempo en que se acerca a un vehículo estacionado bajo la sombra de un árbol de eucalipto; Eliseo encuentra la oportunidad para entablar una conversación, sin conocer al sujeto, le cuenta parte de su vida, la mayor parte es sufrimiento; lo cuenta en el mismo tono de voz, sin vergüenza, seguro de que algo mejor puede venir, aún así, narra que en su país (Guatemala), a las personas de su edad se les cierran las puerta para cualquier trabajo –“más si somos analfabetas”, refuta.
De pronto, saca su billetera y muestra su permiso migratorio, no es indocumentado, eso da confianza al hombre que lo escucha, al tiempo que le dice: “no estoy aquí ilegal, no vengo a robar ni nada de eso, vengo en busca de trabajo junto con mi esposa y mi hijo, somos de la costa pero el frío de Comitán no está tratando mal; mi esposa ya no quiere caminar pero yo no me doy por vencido, a ella le da vergüenza que la gente me ignore o me vean con malas caras, pero a mí no me da vergüenza pedir, lo hago por ellos y voy a seguir buscando trabajo”.
El hombre del vehículo ya no ciñe la frente (…) le ofrece unas monedas, Elíseo las recibe con una enorme sonrisa y comienza a bendecir la vida de aquel hombre, bendice su familia y hasta su carro, agradece y se va.
Justo enfrente habían unas taquerías, se acerca a las encargadas, saluda con un “Dios la bendiga mamita chula”, pide un poco de agua pero no le dan, ahora aquellas mujeres que escucharon parte de la narración de su vida, le ofrecen tacos y hasta un jugo de naranja, Elíseo sonríe más, inclina la cabeza y empieza a hacer una oración por el negocio, por la familia de esas mujeres que no dudaron en darle más de lo que pedía.
Eliseo prosigue su camino, rumbo a donde lo esperan su esposa y su hijo, con la satisfacción de haber hallado comida sin robar, sin insultar, para él es una bendición y lo disfruta.
La crisis que se vive en otros países, por increíble que parezca, es mayor a la que enfrenta México, y por ser el corredor principal de América para llegar a los Estados Unidos, obliga a familias inmigrantes indocumentadas a pasar por aquí, aunque muchos de forma distinta, no como Eliseo.